1. La fecha del 1º de Mayo va inseparablemente unida al mundo del trabajo. La Iglesia mira con especial simpatía y cercanía a este inmenso mundo para unirse a sus justas y legítimas exigencias de los trabajadores y para denunciar las injusticias existentes, a favor de un orden social más justo, solidario y cristiano.
Unimos a esta jornada anual la Fiesta de San José Obrero para invocar la ayuda del Carpintero de Nazaret a favor de tantos trabajadores en paro y a miles de jóvenes que no encuentran un empleo para orientar su futuro. Son demasiados sufrimientos callados y hasta angustiosos por la pérdida de ingresos, inquietud de futuro, insuficiencia de medios para atender a las necesidades más perentorias de sus familias, su marginación al sentirse abandonados por la sociedad, y tantos dramas personales y familiares.
2. Es buena fecha para recordar algunos de los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, especialmente por los cristianos, como son:
- Hacer valer la dignidad de toda persona humana por el hecho de serlo y con independencia de lo que tenga o valga. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene o produce.
- Recordar que los bienes de este mundo están originariamente destinados a todos los hombres.
Ciertamente el derecho a la propiedad privada es válido y necesario pero, con palabras del Papa Juan Pablo II, sobre la propiedad privada grava ”una hipoteca social”, es decir, este derecho se funda y justifica precisamente sobre el destino universal de los bienes.
- No olvidemos tampoco las condiciones laborales, más de una vez discriminatorias y hasta contrarias al querer de Dios, de las mujeres trabajadoras en edad de ser madres o por el hecho de ser mujer. Su dignidad es idéntica a la del varón y nada les puede impedir o dificultar para cumplir con su derecho de transmitir la vida.
- Destacar el trato preferencial que debemos dar a los pobres, parados y otras personas necesitadas. Debería irritarnos a todos cualquier trato injusto al que se vean sometidos colectivos de inmigrantes y de quienes buscan trabajo, sea como sea, con sueldos miserables, horarios inhumanos, contratos basura, su no inclusión en la Seguridad Social…
Ellos suelen ser quienes, de forma habitual o frecuente, acuden a las Cáritas y a otras instituciones benéficas de la organización caritativa de la Iglesia para pedir ayudas en sus necesidades más perentorias. Gracias a tantos benefactores, que cuando más arrecia la crisis, más recursos brotan de sus corazones generosos. Cuando están cerrando las puertas a las propias Cáritas instituciones públicas, incluso haciendo caso omiso de compromisos adquiridos previamente, la caridad organizada de los cristianos nunca se va a cerrar.
3. Destaquemos también a tantos trabajadores y empresarios que de forma ejemplar viven con espíritu solidario y cristiano su vocación, de forma noble y honrada.
Es jornada para pensar todos en la dignidad del trabajo y en las consecuencias de quienes carecen de él. Proclamemos fuerte y muy alto que el trabajo es un derecho del hombre y que los poderes públicos deben buscar, por todos los medios a su alcance, crear las condiciones adecuadas, principalmente para los jóvenes, que hagan disminuir, cuanto antes, la lacra del desempleo entre nosotros, cortando de raíz egoísmos insolidarios y ofreciendo facilidades para el trabajo de todos.
Animamos a la Pastoral obrera, en su inquietud y apoyo al mundo del trabajo con sus nuevos retos, al tiempo que pedimos a San José bendiga a todos los trabajadores en su Fiesta.
Con mi saludo en el Señor.
+Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén