1 de mayo de 2010

Celebración del 1º de Mayo. Comunicado de la Pastoral Obrera

Queremos dejaros aquí el comunicado que, en relación a la celebración del Día del Trabajo, ha publicado la Delegación de Pastoral Obrera. Asimismo, os recomendamos seguir el blog de esta pastoral en la diócesis y su Boletín Informativo.


Comunicado de la Delegación de Pastoral Obrera en la celebración del 1º de Mayo

En esta celebración del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, los militantes cristianos que trabajan en la Pastoral Obrera, nos sentimos cercanos a las alegrías y a las angustias de los trabajadores y trabajadoras, especialmente de quienes sufren el paro o soportan unas condiciones de trabajo que
imposibilitan una vida digna.
Es necesario recordar que las situaciones reales de empobrecimiento y deshumanización que padece hoy el mundo obrero son consecuencia, en gran medida, de la especulación financiera y del egoísmo desmedido impulsado por el sistema económico capitalista, que ha penetrado con intensidad en la sociedad a través del
consumo, provocando una grave crisis ética, alimentaria, ecológica… y humanitaria.
Los datos, en nuestra provincia de Jaén, hablan por sí solos: 47.169 personas en situación de desempleo, 15.175 llevan más de un año paradas, los jóvenes sin encontrar empleo; las personas inmigrantes ocupando
los trabajos peor remunerados o trabajando en la economía sumergida. En este Primero de Mayo, más de 33.000 personas paradas en Jaén no están recibiendo prestación contributiva…
La actual crisis podría tener un aspecto positivo si de la misma brotasen propuestas que nos ayudasen a organizar la sociedad al servicio del bien común, poniendo en el centro de la actividad económica a las personas y los derechos de los empobrecidos. La situación actual debería abrirnos los ojos y el corazón a la
necesidad de profundos cambios en nuestra sociedad y en la forma de entender y organizar la economía, siendo conscientes de que otro mundo es posible, y de que lo podemos arreglar si tenemos en cuenta la justicia, la igualdad y la fraternidad que nos debemos como hermanos, hijos e hijas de un mismo Dios.
Como creyentes seguidores de Jesús de Nazaret, afirmamos y proponemos que “el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar sea el hombre, la persona en su integridad” (Caritas in veritate, 25). Por tanto, es preciso ampliar la protección social de las personas, sobre todo de aquellas que tienen menos recursos, así como replantear cómo compartir el trabajo que disponemos, de tal manera que vivir dignamente no dependa exclusivamente del hecho de tener un trabajo asalariado. ¿Cómo se puede alargar el período de vida activa de una persona hasta los 67 años si hay jóvenes de 20, 30 y 40 años que no pueden acceder al mercado de trabajo?
La Iglesia, nosotros, deberíamos reflexionar seriamente sobre la necesidad de crecer en prácticas de solidaridad en nuestra sociedad, cuestionando las actitudes personales y las disposiciones legales cada vez más restrictivas y excluyentes respecto a la acogida de nuestros hermanos y hermanas inmigrantes.
Hemos de superar el ver la realidad solamente desde los propios intereses individuales, para que todas las personas podamos aspirar a una vida digna, con un trabajo decente y el acceso a los recursos y servicios sociales fundamentales. En este sentido, el eje de la próxima reforma laboral, por encima de criterios económicos, debe ser la salvaguarda de los derechos de las personas trabajadoras y de sus familias.
El Primero de Mayo es un día de Fiesta, una oportunidad para reclamar a los gobiernos que pongan en el centro de sus preocupaciones las alegrías y las angustias de toda la sociedad, especialmente de los empobrecidos de nuestro país y de los trabajadores y trabajadoras del mundo.